El Flow

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Hoy sales de casa dispuesto a divertirte con la bici, no vas a hacer series, no te vas a matar en las subidas, y mucho menos arriesgar en las bajadas. Últimamente eso del Strava está cogiendo demasiada importancia en las salidas y todos vamos muy «a saco» tanto subiendo como bajando, como si el gran objetivo del día fuera un KOM…

Pero hoy no, hoy te importa poco el tiempo que tardes en hacer nada, simplemente quieres diversión, y en tu caso eso pasa por subir un buen tramo para encontrarte con la senda divertida que te apetece.

Y te encuentras afrontando la subida con buen ritmo, sin percatarte, relajado, buena cadencia, aunque sabes perfectamente que puedes dar más de ti, no te preocupa, subes porque no hay más remedio, porque la diversión empieza arriba. Y aún así te encuentras cómodo, nada parece detener tu ascensión, rodeado de naturaleza y reflexionando sobre lo bien o mal que han ido los últimos días u horas.

y ahí está, la entrada a la senda, has elegido esta y no otra, y te dispones a disfrutar bajándola. Comienzas sin estrés, sin dar apenas pedales, no estas interesado en arañar ningún segundo de entrada, simplemente quieres bajar y pasártelo bien…

Y de repente, todo empieza a fluir, las curvas se suceden una tras otra, sin pausa, a buen ritmo. Encuentras el sitio bueno en cada una de ellas, los apoyos necesarios para frenar lo mínimo, todo sale sólo, todo fluido. Llegas a un paso técnico de esos que te dan quebraderos de cabeza, y pasas mejor que otros días, sin brusquedades, sin sobresaltos incluso aprovechas cualquier oportunidad para dar algún saltito, colocar la bici, moverla de aquí para allá… disfrutando como nunca.

Y descubres aquello a lo que las nuevas generaciones han bautizado como «flow». Una bajada continua, fluida, sin sobresaltos, divertida, rápida sin pretenderlo. Esa bajada redonda, sin fallos, y que ha dejado en ti una enorme sonrisa, unas tremendas ganas de repetir y de prolongar la diversión.

Aprovecha esos días para disfrutar, ve a buscar otra senda, olvídate de los tiempos y del cronometro y céntrate en disfrutar. Verás cuando llegues a casa que tu tiempo habrá sido mejor de lo que crees, sin pretenderlo, sin buscarlo.

Y habrás encontrado «el Flow»…

«Columpios» ciclistas

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De pequeños, nuestros padres, abuelos o tíos nos llevan al parque a jugar. En la practica, deslizarnos por el tobogán o subir y bajar en un balancín nos hace reír y sentir ese cosquilleo en el estomago y empezamos a experimentar la agradable sensación de la adrenalina y de nuestra boca sólo sale, entre risas «¡Otra vez, otra vez!».

Para reproducir sensaciones parecidas unos años más tarde, los ciclistas buscan esas subidas de adrenalina de formas variadas. Unos bajamos por senderos estrechos llenos de piedras y curvas intentando divertirnos y hacerlo rápido, otros se dedican a subir los puertos de montaña a la máxima velocidad posible, otros suben obstáculos manteniendo grandes dosis de equilibrio.

Por otro lado están los más saltarines, los dedicados al «dirt jump». Dedicados a vencer la fuerza de la gravedad cambiando la trayectoria de su movimiento de horizontal a vertical. Aunque para ello necesitan ayuda, una suerte de rampas de tierra u otro material diseñadas para lanzar al ciclista hacia el cielo.

Un buen conjunto de esas rampas las encontraremos en el Morral Park, construido y mantenido por una familia y sus amigos cerca de Castellón.

Conozco a los responsables desde hace bastante tiempo pero no había tenido ocasión de visitar sus instalaciones y hace unos días fuimos un nutrido grupo a visitarles y disfrutar de sus rampas y consejos.

Tienen un circuito de Dual, un Pumptrack, y muchos saltos grandes para ejecutar trucos y figuras en el aire. Un par de estructuras de madera y un bar dónde reponer fuerzas. Todo rodeado de arboles y en un ambiente de lo más agradable.

No contentos con ello, en las inmediaciones han arreglado y preparado senderos con algunos saltos y drops más parecidos a situaciones «naturales» que los saltos diseñados para el Dirt.

Nuestro grupo disfruto de un par de jornadas de enduro con ellos y gracias a sus consejos y sus instalaciones puedes mejorar aspectos técnicos muy útiles a la hora de afrontar mejor los tramos técnicos en tus mejores rutas.

Aunque su mayor baza sea la cantidad de saltos artificiales y lo cuidado que está para los amantes del Dirt Jump, es útil también para el resto de ciclistas interesados en mejorar saltando o afrontando bajadas técnicas.

Los ciclistas también tenemos columpios…

A izquierda y derecha

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Es tu trialera favorita, llena de piedras y algún escalón. Has pasado más veces por aquí y vas disfrutando de la conducción técnica obligado por las características del terreno, avanzando hacía la siguiente curva.

Y ahí aparece frente a ti, cerrada, empinada, con varias rocas de gran tamaño adheridas a la tierra. Sabes que aquí la teoría de una trazada ideal no va a ser posible. Abrirse al inicio para suavizar la curva pasando por el vértice interior se antoja complicado y lento.

Te abres buscando la mejor zona para empezar a girar, controlando la velocidad, transformando la fuerza de la gravedad en trabajo para tus frenos y cubiertas, apurando el agarre de los neumáticos. Colocas la rueda de delante buscando apoyo entre las piedras, ayudando a las gomas a no perder adherencia y salirte del «sitio bueno».

El freno de delante sin presionar desde hace un rato, controlando la velocidad acariciando el trasero aplicando más fuerza para hacer derrapar la rueda empujando en la dirección correcta para encarar la salida de la curva, alineándonos con la senda de nuevo.

Esta vez has pasado sin tener que aplicar técnicas más propias del biketrial. Moviéndote encima de la bici poniendo el peso en el sitio adecuado, has bordeado los obstáculos y sales de la curva con soltura. 180 grados y metro y medio más abajo estás preparado para la siguiente.

Son un tipo de curvas muy técnico abundantes en las trialeras de esta zona, venciendo grandes pendientes llenas de rocas, piedra suelta y con poca adherencia. Permitían subir las escarpadas laderas con algo menos de esfuerzo y se han convertido en diversión para nosotros.

Normalmente están agrupadas y seguidas unas de otras para salvar grandes desniveles y  son el quebradero de cabeza de muchos, aunque hay verdaderos «maestros» que las dominan a la perfección. Aprender a lidiar con ellas cuesta pero es de gran ayuda en estas latitudes.

No os rindáis ante ellas e intentad la próxima vez pasarlas aunque cueste, si no lo intentáis no lo conseguiréis nunca. Bajar de la bici, estudiarlas e intentarlo siempre en compañía puede ser un buen motivo de diversión de esa ruta con amigos o compañeros.

 

Aprendizaje forzoso

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Hoy has decidido hacer una salida un poco más larga, pero nadie te acompaña. «Aventura en solitario», piensas mientras empiezas a pedalear tranquilamente. No quieres coger demasiado ritmo, la idea es estirar un poco la ruta y acumular kilómetros. Es buena práctica avisar de dónde vamos a ir a alguien para acotar la búsqueda en caso de problemas.

Todo está yendo bien, pero el cansancio empieza a acumularse, y te encuentras un poco vacío. Los ánimos empiezan a decaer, no llevas ese pedaleo alegre de hace un par de horas. Aunque llevas comida, no parece tener mucho efecto. De repente, cansado y pensativo, observas a tu alrededor y el panorama no es muy halagüeño.

Mires dónde mires sólo hay subida, estas en un barranco escarpado en un punto alejado de casa y para salir de ahí tienes que subir, no hay más opción. Tus ánimos han caído en picado y tu cuerpo empieza a desviar azucares hacía órganos vitales dejando los músculos con la energía justa. Estas a un paso de la famosa «pájara», pero aún conservas lucidez y fuerza, estas listo para aprender a sufrir.

Las piernas duelen, pero siguen con su labor de empujarte hacía la cima. Te mentalizas, te concentras en seguir, es la única manera de salir de ahí y llegar a casa sin tener que pedir un rescate. Utilizas cada gramo de fuerza en conseguir superar la subida para salir del agujero, tanto real como mental, en el que estás ahora.

Pero como bien dijo Friedrich Wilhelm Nietzsche: «Aquello que no nos mata nos hace más fuertes», y cuando superes este momento de sufrimiento con éxito y veas que es posible, podrás utilizarlo. La próxima subida a ritmo en alguna competición o entrenamiento. En ese sprint «picado» con un colega, en muchos momentos, incluso fuera del ciclismo.

Hay que estar mentalmente preparados para sufrir, y saber que después llegará la recompensa. Aguantar «palos» tanto en el ciclismo como en cualquier deporte, llegar al límite de tus fuerzas, más lejos de lo que creías en un principio. Aprovecharlo en tu vida, cuando creas que no puedes más, aguanta un poco, el límite se encuentra un poco más allá. Y esto desplazará nuestro límite un poco más lejos, forma parte del entrenamiento y del aprendizaje.

Ahora ya estas arriba, ya ves el final, lo has logrado y puedes volver hacía casa. Y con la satisfacción de no haberte rendido, ahora mismo sólo piensas en recuperarte para poder volver. Cuando llegas al final de la ruta de hoy, has utilizado todas tus fuerzas, necesitarás descanso, pero no vas a abandonar este deporte que tanto te enseña y recarga.

Estas enganchado, una vez superas esa barrera le coges el «gusto» incluso al sufrimiento de una larga subida, o un potente sprint, porque sabes que tiene la capacidad de superarlo…

Si quieres ir deprisa… BUENOS FRENOS

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Aunque esto parezca contradictorio, en cualquier deporte donde haya que variar nuestra trayectoria dependiendo de los cambios de dirección dibujados por nuestro recorrido, habrá que frenar. Esto es importante realizarlo con eficacia y en el menor espacio posible.

Si los grandes cracks del motociclismo pidieron permiso para utilizar discos más grandes al cambiar la reglamentación es porque necesitaban frenar esas maquinas en menos espacio. Los grandes camiones de competición tienen limitada su velocidad máxima porque desintegrarían los frenos de no ser así. Y una de las características resaltadas por cualquier piloto de automovilismo a los mandos de un formula 1 por primera vez es la gran frenada.

Porque no nos equivoquemos, para tomar bien una curva, hemos de adaptar nuestra velocidad a la máxima velocidad de paso por curva posible según nuestro vehículo y nuestras habilidades. Y realizar esta operación en el menor espacio posible implica ir a más velocidad durante más tiempo. Cuanto más podamos retrasar nuestra frenada, aumentará nuestra velocidad media al ir más tiempo a mayor velocidad.

En nuestras bicicletas, hemos dejado atrás aquellos frenos a llanta, primero los cantilever, después los V-brake o los hidráulicos. Aunque al principio hubo muchas reticencias con los frenos de disco, han demostrado ser mucho más eficaces y adecuados para el ciclismo de montaña. Hasta los más reticentes ciclistas de carretera, bueno… su órgano regulador más bien, están probando y autorizando frenos de disco porque son mucho más eficaces y permiten más control en las bajadas de los grandes puertos.

Hay varias características a la hora de elegir nuestro freno de disco, el método de accionamiento, el tamaño del disco, la cantidad de pistones, el tamaño de éstos, el peso, la ergonomía y muchos otros factores decisivos o no. Aunque casi la totalidad de los frenos del mercado son hidráulicos aún podemos encontrar productos de calidad accionados por cable, porque el resto son productos económicos sin demasiada calidad. De los hidráulicos, hay básicamente dos tipos de fluido: Aceite mineral y Aceite sintético o DOT.

Cada uno tiene sus ventajas e inconvenientes, básicamente el aceite mineral es más limpio, menos corrosivo y menos estable con la temperatura. El DOT, sin embargo, es muy estable a altas temperaturas pero corrosivo y poco ecológico. A la hora del funcionamiento, dos grandes marcas utilizan mineral: Shimano y Magura. El resto se decanta por el DOT, como los Sram Guide de la foto.

Un factor a tener en cuenta es la superficie de los pistones y tamaño de la pastilla, cuanto más grande más superficie toca el disco y más frenará, pero pesará más. Para conseguir la misma superficie pero variando la modularidad del freno algunas marcas recurren a doblar los pistones, es decir, en vez de un pistón a cada lado de la pinza, tenemos dos. Éstos se fabrican de diferente tamaño moviéndose uno antes que el otro y por lo tanto ofreciendo una frenada más regulable.

No siempre un freno de 4 pistones frenará mas que uno de 2, como hemos dicho, será cuestión del tamaño de éstos con relación al tamaño del pistón que está en la maneta y del diseño. Lo mejor es leer pruebas y preguntar, o bien probar nosotros mismos. Tampoco hay porque elegir el freno más potente del mercado, tal vez no compense para el uso que le vamos a dar el peso extra que conllevará. Como en las bicis, cada tipo de usuario y de ruta necesita unas características. Sram ha conseguido por ejemplo un freno muy potente sin incrementar el peso, así disponemos de potencia de sobra sin lastrar. Shimano tiene gran potencia, aunque no son tan ligeros, y aún podemos disponer de más potencia con los Saint destinados al descenso, pero pesan más y no todo el mundo va a necesitar esa gran potencia.

El tamaño y diseño de la maneta es más personal y yo recomendaría probar alguna bici que los lleve montados aunque sea en la exposición de las tiendas, para probar la ergonomía no hace falta una prueba de campo.

Por último aunque no poco importante esta el tamaño del disco, a más tamaño, mejor frenada, mejor disipación de la temperatura aunque mayor peso. Las marcas diseñan sus discos para cumplir con este gran cometido, bajar la temperatura de trabajo y ofrecer buena frenada. Hay infinidad de diseños y combinaciones de materiales. Shimano utiliza una lámina de aluminio entre dos de acero para bajar la temperatura, Hope una araña interna en aluminio y aislada del disco. Lo ideal para mí es llevar el menor tamaño de disco que nos ofrezca la suficiente frenada. Pero hay gente que prefiere llevar un tamaño superior para asegurar una frenada estable durante más tiempo.

Con todo esto y una buena técnica de frenado no habrá quien nos pare!!!

Humedades

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Todo está de un verde intenso, limpio, reluciente y con los colores vivos. Ya no llueve pero voy empapado, la ropa se moja con el agua adherida a las hojas…

El otoño y las precipitaciones han tornado las piedras brillantes y el aspecto de las raíces no invita a pasar por encima de ellas. Nuestras gomas se deslizan sobre ellas buscando un punto donde recuperar el agarre necesario.

Es hora de ser delicados en nuestra conducción, de anticiparse y frenar sobre zonas «seguras», de acariciar apenas el freno de delante y dejar libre de esa tarea a la rueda delantera, necesitamos todo su agarre para no resbalar. Ser finos es ahora fundamental, nada de movimientos bruscos en esta comprometida superficie empedrada.

Es esta zona no acostumbra a llover demasiado y tanto el terreno como nuestra manera de movernos sobre él no están acostumbrados a mucha humedad. Si bien las partes con tierra son muy agradecidas con un poco de humedad y  el agarre aumenta, nuestro suelo es muy duro y polvoriento, y con mucha piedra que se torna resbaladiza. Da la impresión de moverse sobre pequeños cubitos de hielo.

Pero como todo, vamos a sacarle una parte positiva, ya que la finura necesaria para pasar sin percances sobre tanta piedra suelta y mojada, con sus raíces incluidas, nos puede ser muy útiles en el extremo contrario. Esos calurosos veranos sin precipitaciones, con una fina capa de polvo cubriéndolo todo con un agarre parecido a la piedra mojada. En el terreno duro y suelto por donde montamos en verano, las piedras son nuestra «salvación», pequeños salvavidas con algo más de agarre.

Y la técnica para superar con éxito las situaciones de poco agarre es la misma, ser finos, frenar antes de las curvas, «aguantar» la bici con el freno trasero, mimar la maneta del delantero para no bloquear y provocar una perdida de agarre de la rueda delantera con consecuencias poco agradables. Un buen reparto de pesos ayudará a ganar agarre ejerciendo presión contra el suelo.

Paradójicamente, ambas situaciones tan extremas requieren la misma delicadeza con la diferencia de donde buscaremos las zonas seguras de frenada y agarre, piedras limpias en verano, tierra húmeda en mojado.

Disfrutemos de estos colores tan vivos y del aire limpio de polvo y contaminación provocado por la lluvia. Impregnemonos de la naturaleza en estos meses también porque la montaña está ahí para nosotros. Ya se llenaran de ciclistas «eventuales de buen tiempo».

Y de paso… igual encontráis la casa de David el Gnomo!!!